La arquitectura vernácula, arraigada en el folclore de cada región, se consolida en un mundo cada vez más globalizado donde las ciudades se asemejan unas a otras y las construcciones efímeras desencadenan una paulatina desaparición de elementos culturales y sociológicos que hacen a la historia de cada sociedad.
En este escenario, la búsqueda de la identidad cultural a través de la arquitectura local está emergiendo como una tendencia significativa. Desde las aldeas remotas hasta los centros urbanos, cada localidad presenta una paleta única de materiales y técnicas que se entrelazan con las historias de sus habitantes.
La palabra “vernáculo”, del latín “vernnacŭlus”, significa “doméstico, nativo, de la casa o país propio”. De esta manera, el concepto refiere a la forma de construcción tradicional de determinadas regiones.
Las casas-cueva en la meseta de Loes, China, dispersas por otras partes del mundo en laderas de montañas, son un ejemplo de arquitectura vernácula. Estas construcciones aprovechan la inercia térmica del suelo para calentar los interiores en invierno y mantenerlos frescos en verano. Acompañando la sinuosidad del terreno, los espacios domésticos se intercalan con el paisaje natural en perfecta armonía.
Otra representación son los rascacielos del desierto de Sana’a, en Yemen, considerados los primeros del mundo con una antigüedad de entre 300 y 500 años. Algunos de estos edificios alcanzan los siete pisos y están construidos con un tipo de material que proporciona una masa térmica para mitigar las altas temperaturas de la zona.
Las casas de Borneo en Malasia e Indonesia son viviendas comunitarias que se caracterizan por su longitud para albergar hasta 100 familias, es decir, pueblos enteros. Estas construcciones vernáculas, levantadas sobre estacas para evitar las inundaciones, están hechas de materiales ligeros como madera o bambú para permitir mejor ventilación contra las altas temperaturas y la alta humedad.
Los diseños de las construcciones vernáculas evolucionan a lo largo de generaciones en respuesta a las condiciones climáticas, geográficas y culturales específicas de cada localidad. Al adaptarse al entorno local y utilizar materiales característicos de la región, a menudo trabajados de manera artesanal, se consolida una nueva narrativa basada en la riqueza de las tradiciones y la autenticidad de su entorno.
Sin embargo, este resurgir no es una simple reverencia al pasado. La arquitectura vernácula se alterna de manera armoniosa con la innovación moderna: la tecnología digital, la inteligencia artificial y las nuevas técnicas de construcción actúan como aliados creativos, permitiendo una fusión eficiente entre lo antiguo y lo nuevo.
También se encuentra un compromiso firme con la sostenibilidad, ya que al emplear materiales locales y técnicas adaptadas, se convierte en una auténtica aliada del medio ambiente. La elección cuidadosa de materiales naturales y renovables, junto con la consideración de las condiciones climáticas locales, da forma a edificaciones que resisten el paso del tiempo y respetan la integridad del entorno. Más que una etiqueta, la sostenibilidad se convierte en una filosofía arraigada de este modelo.
Mas recientemente en el tiempo, el premio Pritzker 2022 –el mayor galardón de arquitectura internacional– reconoció el trabajo del Diébedo Francis Kéré, muy alineado con el modelo conceptual en cuestión. El experto, nacido en una aldea remota de Gando, sin electricidad, es el primer africano en ser reconocido con esta mención. Sus trabajos representan su amor por la naturaleza y su arraigada identidad. Entre los proyectos de Kéré destaca una escuela primaria ubicada en su pueblo natal con un diseño que conjuga presupuesto acotado, materiales autóctonos y necesidades básicas. Siguiendo las técnicas constructivas locales, la estructura y el cielorraso están hechos de ladrillos de arcilla y barro, producidos artesanalmente. A pocos metros también construyó la biblioteca del pueblo, que incorpora el eucalipto en todo su diseño estructural y potes de arcilla que ofician de claraboyas.
Si de hablamos de construcciones vernáculas contemporáneas otro ejemplo ineludible es la escuela sustentable construida en Children Village, una localidad situada en la selva húmeda de Brasil. La obra, construida por los estudios Aleph Zero + Rosenbaum, obtuvo en 2018 el Royal Institute of British Architects (RIBA) reconociendo su arquitectura como una herramienta de transformación y su diseño como medio para mejorar la calidad de la educación de sus alumnos. En este sentido, el proyecto buscó crear un espacio familiar para que los jóvenes puedan desarrollar un sentido de pertenencia incluso estando lejos de sus hogares, combinando una estética contemporánea con técnicas tradicionales basada únicamente en materiales locales. Toda la construcción es en madera prefabricada y reforestada, mientras que el techo tiene un particular diseño que proporciona un espacio de sombra que sobresale para paliar las altísimas temperaturas del clima tropical.
¿Cómo reconocer una construcción vernácula?
Algunas características que distinguen a este estilo de arquitectura son:
_Completa integración con el entorno: Las edificaciones vernáculas se adaptan a condiciones geográficas, climáticas y culturales específicas del lugar. La máxima expresión de este modelo es la arquitectura biomimética, inspirada en la naturaleza para diseñar construcciones que imitan los procesos y sistemas naturales.
_Uso de técnicas y materiales locales: Se basan en técnicas constructivas transmitidas de generación en generación, así como en el uso de materiales disponibles en la zona. Las estructuras de barro en el norte de África o las de madera en los países escandinavos sirven como ejemplo.
_Diseño amigable con el entorno: Las construcciones vernáculas priorizan la armonía con el entorno, acompañando el paisaje y la arquitectura que predomina en la zona (tanto en escala como en estética).
_Máximo aprovechamiento de recursos naturales: Se busca hacer más eficientes las edificaciones maximizando el uso de los recursos de la zona (sol, lluvia, viento, etcétera).
