Estas son capaces de comunicar la identidad de un edificio, transmitir un mensaje con su diseño y transformar la experiencia de los ciudadanos. Por lo que, en una industria cada vez más competitiva, la innovación y la creatividad son definitivamente elementos claves.
Desde grandes ventanas de vidrio que simbolizan transparencia y modernidad, hasta elementos ornamentales que evocan el pasado histórico con toques contemporáneos, las fachadas tienen el poder de generar una conexión emocional con las personas y su entorno. En estas nuevas reglas de juego, el concepto “piel” refiere a la idea de utilizar materiales y técnicas creativas para revestir construcciones, convirtiéndolos en verdaderas obras de arte tridimensional.
Estas pieles pueden estar compuestas por una variedad de elementos: vidrio, cerámica, metal, madera o incluso materiales reciclados. El límite está en la creatividad de arquitectos y diseñadores a la hora de desplegar texturas, colores, formas y patrones que transformen las fachadas de la ciudad en una experiencia visual única y atrapante.
Más allá del impacto estético, la disrupción puede radicar en hacerlas desempeñar un rol funcional y sostenible. Por ejemplo, ciertos materiales que pueden maximizar la eficiencia energética de la construcción o mejorar la calidad del entorno urbano.
Aplicada al mundo del retail, esta tendencia se presenta como una respuesta a los constantes desafíos que exige la era digital, donde los consumidores tienen acceso a una variedad de opciones en línea. Para hacerle frente a esta realidad, los locales físicos deben ofrecer una experiencia atractiva y es entonces que las fachadas artísticas se vuelven protagonistas, combinando el diseño de experiencias y la instalación de arte con el objetivo de aportar una estética llamativa e influir en el comportamiento de los clientes. No sólo se vuelven dinámicas, sino interactivas.
En definitiva, estas creaciones pueden ser monumentales, permanentes o efímeras, ya que su principal propósito tiene que ver con cautivar al público y despertar la curiosidad. Hoy, el diseño de experiencia es el diferenciador por excelencia y consiste en crear un entorno único que haga sentir al ciudadano emocionalmente conectado, ya sea con una ciudad, una marca o un producto.
Las fachadas artísticas son una excelente manera de potenciar esa experiencia, debido a que acercan una primera impresión impactante. A través de ese contacto visual se pueden transmitir valores y generar relaciones positivas con el entorno.
Servir como soporte de realidad aumentada ha sido también una clara tendencia en ascenso en los últimos tiempos.
En el mundo existen destacadas inspiraciones de pieles fachadas que han transformado construcciones en auténticas obras maestras. Desde el Guggenheim Museum de Bilbao hasta el rascacielos Capita Spring de Singapur o el edificio de la Fundación Louis Vuitton en París, estos son ejemplos de aplicación de una tendencia que transforma la imagen de marcas y el posicionamiento de las ciudades.
Fundación Louis Vuitton
El edificio de la fundación de Louis Vuitton, diseñado por Frank Gehry, deslumbra con una fachada envuelta en paneles de vidrio curvados y estructuras de acero. La combinación de formas orgánicas y el vidrio reflejante crea un efecto visual sumamente espectacular, que genera efectos diversos mientras cambia la luz del día y las condiciones del clima. Dedicado a la creación artística contemporánea en todas sus expresiones, el espacio se compone de 46 caras de fachada compuestas por casi 4.000 paneles acristalados.
Museo Guggenheim
Otra de las hazañas de Frank Gehry: el Museo Guggenheim, en Bilbao, es reconocido por su fachada de titanio ondulado. La combinación de formas curvas y reflejos metálicos crea una apariencia escultórica que se ha convertido en un hito de la ciudad. Enclavado en un contexto urbano industrial, el edificio cambió la forma en que se conciben los museos, desafiando los límites entre el arte y la arquitectura. Si bien visto desde arriba su forma metálica parece una flor, desde el nivel de calle su estructura evoca a un barco, haciendo alusión a la vida industrial del puerto de Bilbao.
Estadio Nacional de Pekín
Construido para los Juegos Olímpicos de 2008, este estadio es considerado la estructura de acero más grande del mundo. Se lo conoce popularmente como “nido de pájaro” por el entramado de piezas de metal retorcidas que conforman toda su fachada. El diseño, a cargo de los suizos Jacques Herzog y Pierre de Meuron, en colaboración con Arup Sport y China Architecture Design & Research Group, supuso una inversión de 500 millones de dólares. A juicio de los mejores profesionales, esta construcción resultó en un brillante desafío estético y estructural, de forma ondulada, cuyos elementos se entrelazan y sujetan por sí mismos.
Capita Spring
Este rascacielos de usos mixtos, situado en el distrito financiero de Downtown Core, Singapur, fue diseñado por el estudio BIG y el arquitecto Carlo Ratti. Su altura de 280 metros lo convierte en el segundo edificio más alto de todo el país. Destacan especialmente elementos verticales que recorren la fachada, mientras se curvan esculturalmente para enmarcar la vegetación interior. Son 51 pisos de “oasis verde” dispuestos en pasarelas de espiral que incluyen más de 80.000 especies de plantas.
The Gherkin
Diseñado por Norman Foster, el rascacielos conocido como The Gherkin, en Londres, se ha transformado en un ícono de la arquitectura inglesa. Su fachada está compuesta por paneles de vidrio curvados en forma de espina de pescado, haciendo su apariencia completamente atractiva y dinámica.
Edificio BIQ
Ubicado en Hamburgo, Alemania, el edificio BIQ fue el primero del mundo en incorporar una fachada biorreactiva. La misma está cubierta por 129 persianas que funcionan como tanques de cristal repletos de algas, dentro de los cuales fluyen corrientes de agua con nutrientes líquidos y dióxido de carbono. Sumado a los rayos de sol, las algas de alimentan de estos elementos y realizan el proceso de fotosíntesis produciendo oxígeno. Al finalizar su ciclo de vida, son cosechadas y trasladadas al interior del edificio para compilarlas en una biomasa que se transforma en biogas. De este modo, el edificio genera energía renovable que se destina a la calefacción durante invierno.
Museo del Aluminio Moderno
Como institución que acoge la historia de la industria del aluminio en Tailandia, el MoMA de Bangkok sorprende con una fachada de inspiración futurista, formada por miles de perfiles de aluminio suspendidos que se combinan con iluminación LED. Esta piel también cumple la función de proteger el interior del edificio, volviéndolo más eficiente desde el punto de vista energético.