¿Por qué? Porque se trata de una pieza omnipresente, en espacios públicos y privados, porque es transversal a todo tipo de usuarios, clases sociales o estilos decorativos y el cómo se trata ese tema a nivel de gestión pública o privada da mucha información de cómo se concibe esa función básica y la calidad de vida que acompaña ese concepto.
Si quedaran dudas de esto, no hace falta más que llegar al aeropuerto de Narita, el principal de Tokio, donde nada más salir de migraciones, uno encuentra la “experiencia Toto” y se da cuenta que la cosa va en serio. Una batería de baños de distintos tamaños y variaciones, para minusválidos, para niños, o mamás con niños, con diferentes configuraciones, pero algo en común: la limpieza, la perfección de terminaciones y acabados y las infinitas prestaciones y comandos de los artefactos que funcionan como mascarón de proa de una generalidad nacional: el uso de la tecnología de vanguardia para resolver problemas cotidianos en forma eficiente y hacerlo casi obligatorio en todo el territorio, aún en islas remotas.
Más adelante uno comprueba que no importa donde se encuentre, la ida al baño termina invariablemente en un cubículo de medidas mínimas generosas, tan perfecto como eficiente, con un tablero de comandos con íconos desde donde puede regularse: cisterna, chorro de bidet, aire, limpieza, desodorante de ambiente, temperatura de la tabla y hasta música! Sí, uno puede decidir si canto de pajaritos o cascada de agua mientras hace lo suyo, de forma de no intimidarse o alterar el silencio usualmente reinante. Algunos tienen además un sensor instalado tal que al abrir la puerta del baño, automáticamente levanta la tapa, dando la bienvenida.
Es así que un hostal para viajeros en una isla en medio del Mar de Japón, un parque en medio de Tokio, un hotel de alta gama en Kyoto, cientos de tiendas Starbucks, un templo budista en una localidad lejana o una sede de Louis Vuitton en Osaka tienen en común…. sus inodoros. Una curiosa vara democrática que establece la línea por la cual cualquiera puede acceder a artículos de primera necesidad realizados con alta tecnología, mantenerlos cuidados e higiénicos y recibirlos en iguales condiciones. Algo que delata además, los dos años obligatorios de educación cívica que tienen los niños en el país y genera que no exista un solo papel tirado en la calle ni ningún espacio público, aún no habiendo papeleras. De hecho, las únicas disponibles están…en los baños.
Toto es uno de los mayores fabricantes de inodoros y productos relacionados en el mundo, con sede en la ciudad de Kitakyusyu, Fukuoka, en Japón, donde además funciona un museo dedicado a su trayectoria y productos estrella. Inició actividades en 1917 con uno de los primeros inodoros de asiento en Japón (antes se usaban embutidos en el piso) y hacia la década del 60 comenzaron la producción de módulos integrales y la creación del “Toto Washlet”, el inodoro con el bidet integrado.
El nombre "Toto" es una abreviatura de las dos palabras japonesas que forman su nombre completo, Tōyō Tōki (東洋陶器, Cerámica Oriental).
Uno de los desafíos que han enfrentado con éxito ha sido acceder a mercados donde por regulación se limitaba la cantidad de volumen de agua por descarga de cisternas para evacuaciones por temas de sustentabilidad y normativas ambientales. Estas restricciones en volumen de agua generaban fallas en eficiencia de descargas y Toto superó el estándar, accediendo a preferencias en varios países. El tema de la eficiencia y aprovechamiento del agua ha sido una preocupación central en la firma que construyó un edificio temporal de seis pisos con cañerías transparentes, dedicado a estudios y modelos de pruebas por computadora y físicos de evacuaciones de fluídos.
La visión del primer presidente de la firma, Kazuchika Okura era usar el material cerámico para las necesidades básicas y mejorar la calidad de vida y confort de la gente, mediante investigación permanente y cuidado del medio ambiente y vaya si superó ese objetivo.
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